SACKS, Oliver
El hombre que confundió a su mujer con un sombrero.
Ed. Anagrama. Colección Compactos
Barcelona. 2002
Hoy os he leído en clase uno de los veinte historiales médicos que forman el estupendo libro del neurólogo Oliver Sacks. Concretamente el titulado "A nivel" donde nos cuenta el problema de un anciano que caminaba muy inclinado sin que él se diese cuenta, pues sus receptores internos estaban dañados por la enfermedad de Parkinson.
La base de las funciones cerebrales está en una célula muy especial: la neurona. Aisladamente, una célula nerviosa del cerebro, es como el músico de una orquesta formada por decenas de miles de millones de músicos. Cada neurona interpreta su partitura mediante señales eléctricas que entran por sus miles de ramificaciones y la recorren hasta salir por otro extremo. Cada neurona tiene miles de ramificaciones que van unidas a otras tantas células.
Individualmente, la señal de una neurona no significa nada, no es un sentimiento, ni un deseo, no es un recuerdo o una reacción ante un estímulo, es una simple corriente eléctrica que se transmite gracias a un buen número de reacciones químicas. Sin embargo, cuando se suman millones de comportamientos individuales surge un mensaje colectivo que sí tiene significado para nosotros.
Grupos numerosos de neuronas, agrupadas en zonas distintas del cerebro, se activan, es decir recogen, interpretan, almacenan y mandan estímulos concretos. Unas zonas del cerebro son activadas cuando oímos, otras cuando vemos o hablamos, etc…. El gran reto del conocimiento consiste en delimitar esos caminos, desentrañar su significado, conocer cómo los miles de millones de reacciones químicas y eléctricas generan, en conjunto, la canción de la vida.
Pues bien. He descubierto una página de Internet titulada "Ulises y la ciencia" donde Ulises nos cuenta (es un archivo sonoro o "podcast") precisamente el historial clínico que da título al libro del neurólogo inglés Oliver Sacks: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Uno de los muchos ejemplos de lo que puede suceder cuando nuestro cerebro no funciona correctamente. El paciente descrito, aparentemente normal, era capaz de ver perfectamente pero no era capaz de “reconocer” lo que veía. Hablaba con las farolas, no identificaba los rostros pero sí las voces y confundía a seres humanos con objetos inanimados. Encontrar el origen de esos desequilibrios exige desentrañar los mecanismos más íntimos del cerebro, ése es el reto de las neurociencias.
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